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Como la noche extiende ausencia de color y no
estar,
como silencio entre las manos que apuesta por
nuevas promesas.
Dedos como niños despeinados que corren hacia
no sé qué paisajes.

Así, con el cielo por corazón, palpitando a olas de
ritmo lento, un instante, y bombear contra la
desesperada costa en tropel de silencio, una
espuma de palabras
que se lee, signos lejos de aquí, dirección línea
del horizonte nunca visto.

Pongamos un orden a los sentimientos, una
estructura de nubes desarrollando formas al azar
del tiempo.

La fuerza que nos contiene, que nos tensa desde
este mismo punto hacia el otro desconocido.
Pienso en músculo, en hueso solidario: de qué
cuerpo enorme, de qué mundo en masa formo
parte, y lo desconozco.

Infancia del pensamiento, abandono.